
El murciélago
Artibeus jamaicensis

El murciélago frugívoro de Guimbô
Este murciélago, llamado Guimbô en criollo, suele tener mala reputación debido a su apariencia «extraña». Sin embargo, sus grandes orejas y su nariz puntiaguda son verdaderas ventajas. Le permiten orientarse en la oscuridad total gracias a un sistema de radar natural llamado ecolocalización.
Emite sonidos (ultrasonidos) imperceptibles para el oído humano que afectan a las paredes y objetos de su entorno. A cambio, recibe un eco preciso que le indica la posición de cada obstáculo o presa en sus proximidades. Rendimiento tecnológico... ¡sin máquinas!
La especie de murciélago Artibeus jamaicensis pertenece a la familia Phyllostomidae. Se encuentra en los bosques tropicales del Caribe y América del Sur.
En Guadalupe, vive principalmente en los árboles huecos de los bosques y zonas boscosas. Desempeñan un papel esencial en la dispersión de semillas y la regeneración de la vegetación.
Este murciélago frugívoro mide de 7 a 9 cm y pesa entre 40 y 60 gramos. Se alimenta principalmente de frutas maduras como higos, guayabas o mangos, que digiere muy rápido.
Su estado está clasificado como Preocupación Menor (LC) por la UICN. La especie no está en peligro de extinción. Sin embargo, sigue siendo sensible a la destrucción de su hábitat y a la contaminación lumínica que perturba sus puntos de referencia nocturnos.
En el zoológico, el guimbô es uno de los mamíferos de las regiones tropicales que ilustran la diversidad y la importancia ecológica de la fauna local.














Quelques anecdotes

Un mamífero volador
A diferencia de las aves, el murciélago es un mamífero. Sus alas están formadas por una fina membrana cutánea que se extiende entre los dedos, lo que le confiere una gran maniobrabilidad durante el vuelo. Es uno de los pocos mamíferos que puede volar de forma activa, y no simplemente planear gracias a sus manos aladas.

Un arquitecto ingenioso
Para protegerse durante el día, Artibeus jamaicensis construye pequeñas «tiendas» bajo hojas de palma o plátano. Dobla la nervadura central para crear un refugio natural, fresco y discreto. Este ingenioso comportamiento le permite descansar alejado de los depredadores y de las lluvias tropicales.
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